Creo que siempre recordaré Krámpack como una de las películas gays más tiernas que he visto. Su protagonista, Dani (Fernando Ramallo), está enamorado de su mejor amigo, Nico (Jordi Vilchés), pero debe aceptar que él nunca podrá corresponderle. Creo que no me equivoco al afirmar que esta situación nos suena a muchos.
Ambos amigos disfrutan de un tiempo juntos en verano, pero mientras Nico solo quiere divertirse, ir de fiesta y salir con chicas, Dani se conformaría con cualquier caso con tal de esta a solas con Nico. Los dos se encuentran en una situación extraña: ya no son niños, pero tampoco son adultos todavía. No pueden seguir pretendiendo que no pasa nada, pero carecen de la madurez necesaria para hacerle frente.
Krámpack es pionera en el tratamiento de la homosexualidad adolescente en España y una obra gay de culto.
Cesc Gay adapta la obra teatral de Jordi Sánchez con gran acierto, alcanzado diálogos tan bellos como aquel en que Dani le abre su corazón a Nico. Todo ello a través de una puerta, la barrera que los separa (hay entre ellos una barrera que nunca les permitirá unirse del todo), como si evitar ver el rostro de su amigo le diera la fuerza que necesita.
Krámpack es pionera en el tratamiento de la homosexualidad adolescente en España y una obra gay de culto.
Lástima que Cesc Gay no sea tan talentoso para dirigir como lo es para escribir. Todo resulta demasiado forzado y los inexpertos actores parecen a menudo recitar los diálogos más que interpretarlos. Aun así, pequeños momentos de puro sentimiento nos regalan una experiencia inolvidable que mira a la adolescencia con cariño y gran honestidad. En plena liberación LGTB española, este pequeño films demuestra que la homosexualidad se puede aceptar con naturalidad y sin dramatismos. Y, de fondo, el cálido aroma de levante.
Crítica de Juan Roures