Mary Griffith, de Prayers for Bobby, 2009
Nunca me perdonaré el suicidio de mi hijo Bobby. Lo hizo por ser gay. Lo hizo por no encontrar apoyo en mí, en su madre. Refugiada en mis valores religiosos no supe ver a tiempo con claridad.
Pero Bobby estaba muerto. Ya era tarde. ¿O no lo era? Quizá no era demasiado tarde para comprender por qué mi hijo había decidido ser homosexual, por qué había elegido ese modo de vida. Todos le habían condenado. ¿Iba yo a hacer lo mismo?
Me informé, investigué... y aprendí. Aprendí muchísimo. Aprendí que la homosexualidad no es una decisión, sino parte de uno mismo. Aprendí que no se debe rechazar lo diferente. Aprendí que condenar lo desconocido es un pecado mucho mayor que descuidar la asistencia a la iglesia. Ya era tarde para mí, pero decidí que tenía que hacer algo para que la ignorancia no volviera a hacer a nadie el daño que me hizo a mí.
Preguntas para el debate sobre la película Prayers for Bobby, 2009:
-¿Por qué es tan tristemente común el suicidio de adolescentes gays?
-¿Es la iglesia enemiga de la homosexualidad?
-¿Cómo ayudarías a acabar con la ignorancia sobre la homosexualidad?