Su hermano no es una película fácil. Por muchos motivos. Para empezar, su tema es tan crudo como doloroso: dos hermanos; Luc y Thomas; uno se está muriendo; el otro debe cuidarle mientras ve cómo las fuerzas le abandonan. El que muere es heterosexual, el que vive es gay. Y ambos son conscientes de que no se conocen demasiado y quizá ya sea tarde para hacerlo.
Patrice Chéreau dirige Su hermano casi con crueldad, no temiendo utilizar primeros planos para los momentos más duros de la enfermedad del hermano, aquellos en que cualquier otro hubiera preferido apartar la mirada. Su sinceridad es absoluta. Tampoco tiene reparo alguno en mostrar al cuerpo masculino en su plenitud, algo todavía muy poco común en el cine.
Chereau obtuvo el premio a mejor director del Festival de Berlín por Su hermano
P. La muerte nunca deja de estar presente en el film Su hermano. Incluso cuando contemplamos a Luc, el hermano que vivirá, junto a su pareja, ambos en la cama, notamos que la atmósfera de muerte no nos ha abandonado. Sus cuerpos resultan casi mortecinos, pálidos a la luz artificial.
Sin embargo, el corazón de Su hermano es, pese a todo, de amor por la vida. Luc comprende a tiempo que lo que su hermano necesita no lo ofrece el hospital. De poco sirve prolongar una vida de modo artificial. Las paredes grises y la iluminación triste del hospital tan solo acercan a Thomas más a la muerte. Sólo el mar puede dar a ambos el descanso y el consuelo que necesitan y anhelan. El mar y el regreso al hogar. Nunca es tarde para volver a casa.
Crítica de Juan Roures