Russell, de la película Weekend, 2011
Se suponía que sólo iba a ser un lío de una noche. Uno más, sin importancia. Glenn y yo éramos personas muy diferentes, eso estaba claro. Él no creía en el amor… o, por lo menos, en las relaciones. Y en el fondo yo soy un romántico, lo admito.
Glenn estaba haciendo un estudio sobre el mundo gay. ¿Por qué los gais tenemos que guardarnos nuestra orientación de género para nosotros? “La gente acepta tu orientación mientras no hables de ella, pero los heteros nos restriegan la suya a todas horas”, decía Glenn. Supongo que tenía razón… hasta me hacía sentir hipócrita: sí, yo era uno de esos gays que no se atreven a tomar a otro chico de la mano por la calle.
Pasamos juntos todo el fin de semana hablando de éstos y otros temas. Fueron solo tres días… Tres días intensos en que aprendimos a depender el uno del otro. Tres días en que pasamos hicimos el amor. Y, al cabo de los tres días, él debía marcharse.
