Hay pocos dramas más especiales que Las horas, una película que introdujo la temática homosexual en Hollywood y los Oscar con sutileza. Una película plagada de personajes homosexuales que conseguía que el espectador se olvidara de que lo son y los viera, sencillamente, como personas. Con las mismas dudas que cualquier otra. Los mismos momentos de alegría, la mismas lágrimas.
En Las horas se alternan las historias de tres mujeres de distintas épocas que luchan por encontrar sentido a la existencia. Nicole Kidman se transforma con gran acierto en Virginia Wolf, quien a principios de los años 20 hace frente a la locura y a la escritura de su mítica novela Mrs. Dalloway. “Alguien tiene que morir para que los demás sepamos apreciar la vida”, afirma ella cuando le preguntan por qué se empeña en matar a sus personajes. Esta frase sentenciadora es clave para entender la magia del film.
El magnífico reparto de Las hora sobtuvo múltiples premios
La cuidada dirección de Stephen Daldry y la bellísima banda sonora de Philip Glass nos regalan una película que es imposible de contemplar con impasibilidad. Un drama en el que todas las historias se intercalan entre sí y cada detalle cuenta, por minúsculo que sea. Una película capaz de transmitir la más pura tristeza sin dejar de recordarnos por un solo momento lo maravilloso que resulta estar vivo. Incluso contemplando a Virginia Wolf adentrándose en las aguas para no regresar jamás sentimos que, pase lo que pase, la vida tiene sentido. Y, para bien o para mal, cada ser humano es libre de vivirla como quiera.
La II Guerra Mundial llega a su fin y un ama de casa (maravillosamente cometida Julianne Moore) hace frente a un conflicto mayor que cualquier enfrentamiento bélico. Mientras se adentra en la lectura de Mrs. Dalloway, ella se da cuenta de que la vida que ha llevado hasta ahora la tiene presa. Que su marido y su hijo se han convertido en una carga. Que necesita sentirse libre de nuevo. En secreto, mantiene un amor fiel, una adoración platónica, por su vecina (tierna Toni Collette). Y, entre la aparente felicidad de los barrios residenciales estadounidenses, la culpabilidad la corroe.
En el Nueva York moderno, una versión actual de la protagonista de Mrs. Dalloway (perfecta, como siempre, Meryl Streep) duda entre el amor que siente por dos personas: su mujer (correcta Allison Janney) y su amigo (sorprendente Ed Harris), un poeta gay que adolece de SIDA. ¿Cómo distinguir el cariño del amor? ¿Cómo saber qué es lo correcto cuando, de todos modos, las opciones desembocan en la imposibilidad? Quizá es saber que jamás podrá poseer el corazón del brillante poeta (no, al menos, de la forma que ella anhela), lo que la lleva a desearlo con tanta fuerza. Quizá su mujer es una opción demasiado segura, demasiado monótona.
Las tres mujeres luchan contra la rutina, contra el aburrimiento de la existencia. Las tres se sienten en parte atrapadas y en parte muy libres, con ganas de vivir la vida y con temores a arriesgar demasiado. Todas ellas exploran el amor con todas sus alternativas. Cada una toma una decisión distinta, pero todas ellas pagan un precio por ello. Ninguna decisión es gratuita; no en un mundo donde el camino correcto tan solo existe en la imaginación, donde las dudas son parte imborrable de la existencia humana.
El magnífico reparto de Las hora sobtuvo múltiples premios
La cuidada dirección de Stephen Daldry y la bellísima banda sonora de Philip Glass nos regalan una película que es imposible de contemplar con impasibilidad. Un drama en el que todas las historias se intercalan entre sí y cada detalle cuenta, por minúsculo que sea. Una película capaz de transmitir la más pura tristeza sin dejar de recordarnos por un solo momento lo maravilloso que resulta estar vivo. Incluso contemplando a Virginia Wolf adentrándose en las aguas para no regresar jamás sentimos que, pase lo que pase, la vida tiene sentido. Y, para bien o para mal, cada ser humano es libre de vivirla como quiera.
Crítica de Juan Roures