Cine Gay. Películas gays

Crítica de Plata Quemada, 2000

Plata quemada, film

Mafia y homosexualidad. ¿Por qué no, si las personas gays estamos por toda la sociedad? Pues sí, hasta en los bajos fondos o en los espacios de la alegalidad y el crimen existen homosexuales, como los hay también en las iglesias, en los juzgados o entre los políticos.

Plata quemada, poster

Los mellizos son los protagonistas de esta película gay llamada Plata quemada (2000) ambientada en una Argentina que parece sacada de los años veinte neoyorquinos, cuando Al Capone reinaba a sus anchas e imponía su ley.

Los dos protagonistas son homosexuales y desde que se conocieron nunca se separaron. Ángel (Eduardo Noriega) y El Nene (Leonardo Sbaraglia) forman una pareja gay muy peculiar que jamás se separa. Matan juntos, comen juntos y están todo el tiempo juntos, compartiendo su amor.

Sin embargo, un distanciamiento en la pareja daría comienzo cuando las visiones y ruidos extraños que percibe Ángel le impidan mantener relaciones amorosas con El Nene. La falta de sintonía se interpone en la pareja que no parece capaz de volver a estar tan unida como al principio. Sin embargo, un nuevo trabajo, relacionado con una importante suma de dinero, los volverá a unir, aunque con un destino irreversible.


Plata quemada (2000) no es sólo una película gay en su fondo o contenido, sino también en su forma o estética. Y es que Marcelo Piñeyro logra un ambientación fabulosa, treméndamente barroca, a través del deseo de los protagonistas. Puede decirse más que nunca que es "una película muy gay".

Plata quemada, film

El film es un tratado sobre el deseo y la necesidad afectiva de las personas. Es una película de miradas, de cuerpos soliviantados, de represión y liberación. Plata quemada (2000) es una producción profundamente homosexual, un ejemplo de cine gay concebido así en cada uno de sus planos.

No obstante, no hay que olvidarse que el argentino, Ricardo Pligia, como escritor de la novela homónima Plata quemada, es el verdadero artífice de la fabulación del universo gay que luego vemos en imágenes.

La película merece mucho la pena por ser pionera en posicionar la Argentina del cine gay en el mundo, gracias al éxito del film, que se venía esperar tras echar una mirada a su reparto. Y es que, además de la carga sensual de las imágenes que nos muestran a Leonardo Sbaraglia y Eduardo Noriega enamorados, al film se suma la presencia de Pablo Echarri, a mi entender el más seductor de los tres (que hasta sale como Dios le trajo al mundo en una escena), con una relación con la excelente actriz Leticia Brédice.

Y ahora la parte negativa. El cine de mafias no es mi gran pasión. Y menos aún cuando se aborda el guión desde la perspectiva de los asesinos, como en el caso de Plata quemada (2000). Por tanto, no simpatizo en exceso con la propuesta, basada en un caso real. Es cierto que el cine no debe autocensurarse al abordar cualquier realidad. Sin embargo, una película que logra dotar de belleza al crimen siempre me asusta. Y este caso no es la excepción.

En definitiva, con Plata quemada (2000) estamos ante una buena película, con mayores méritos en el campo de la construcción de un universo gay de cine negro, que sobre un guión que puede dejarnos con sabor de boca amargo. Imprescindible para los amantes del cine gay y de visión recomendada para el espectador heterosexual que desconozca que es exactamente un film gay, además de co-partícipe de otras temáticas y géneros (F.R.C.)

Posdata: olvidé mencionar que la película Plata quemada (2000), además de abordar homosexualidad y mafia, supone una hibridación entre el universo gay y el mundo del tango, arte musical tan arraigado en la marca Argentina que se exporta al mundo. Mayores méritos, aún, para ver la película.



Felix Redondo